Cuando tuve la oportunidad de ser educado en una cultura diferente, en un país completamente ajeno a mis raíces, descubrí lo esencial que es estar cerca de nuestras familias y amigos. Extrañamos el sabor de los platos preparados por mamá, el cálido abrazo de papá y las risas compartidas con nuestros hermanos. Es en la distancia donde comprendemos el verdadero valor de esos momentos que llenan nuestra vida de alegría y significado.

He conocido a personas que llevan más de diez años separadas de sus hijos, esposas, madres, padres y abuelos. Historias llenas de nostalgia y anhelo que me han conmovido profundamente. Esta realidad me ha impulsado a buscar formas de compartir conocimientos e ideas que permitan a esas familias, separadas por una frontera geográfica, tener la posibilidad de reunirse nuevamente. Porque no hay distancia que el amor y la determinación no puedan vencer.